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ENTRENAMIENTO EN COMUNICACIÓN ASERTIVA

La asertividad es la capacidad de defender nuestros intereses, opiniones y necesidades sin dejar de tener en cuenta las necesidades e intereses de los demás. La siguiente pauta de comunicación asertiva está especialmente indiciada para realizar peticiones (cosas que queremos obtener de los demás o que queremos que hagan/cambien) o bien rechazar propuestas (aprendiendo así a decir que no cuando nos  convenga).

 

Os animo a practicar primero con esta pauta mediante imaginación o en diferentes situaciones sociales,  siguiendo este esquema de 7 pasos:

  1. DESCRIBIR
  2. EXPRESAR
  3. COMUNICAR (el fundamental)
  4. REFORZAR
  5. MANTENER LA POSICIÓN: DISCO RAYADO + ESQUIVAR ATAQUES
  6. APARENTAR SEGURIDAD
  7. NEGOCIAR

 

No siempre será necesario seguir las 7 pasos a rajatabla, dependiendo del contexto y el nivel de manejo que tengamos con la técnica podemos omitir varios de ellos, siendo imprescindibles los 3 primeros: describir, expresar y comunicar. Son el núcleo de nuestra argumentación. Los 4 puntos restantes sirven para reforzar aún más nuestro discurso.

 

En esto consiste cada apartado:

 

DESCRIBIR: Narrar la situación que ha sucedido como si fuéramos un presentador/a de telediario: centrarse solo en los hechos, contar lo que ha pasado sin atacar al otro, juzgarlo o ponerle etiquetas. Para practicarlo, intentad explicar algo que os ha pasado sin usar adjetivos, solo una sucesión de circunstancias. Un ejemplo: hoy cuando he llegado a casa de trabajar y he ido a comer no había platos limpios. Esta semana es la tercera vez que me ocurre. Hace un mes habíamos acordado en nuestro reparto de tareas que te encargabas tú diariamente de recoger el fregadero.

Sirve para situar a la otra persona en el contexto del tema del cual queremos hablar. Al no juzgar directamente ya la acción del otro, evitamos tenerlo a la defensiva.

 

EXPRESAR: Explicar brevemente cómo nos sentimos, o las repercusiones que tiene para nosotros, la situación que anteriormente hemos descrito. Es importante no culpabilizar a los demás o hacerlos responsables de nuestras emociones, solo que  sepan cómo hemos vivido la situación. Si nos dirigimos a personas muy cercanas, en este punto es saludable hablarles de nuestras emociones, en contextos más formales (como el trabajo) conviene ahondar más en los inconvenientes, en un sentido más práctico. Siguiendo el ejemplo: llego a casa siempre muy cansada y tengo muy poco tiempo de descanso, si me tengo que poner a limpiar todo lo que hay antes de sentarme, siento que no tengo ni 15 minutos de relax y en lugar de desconectar para la vuelta al trabajo, salgo de aquí aún más agotada

 

COMUNICAR: Este es el elemento clave, expresar lo que uno desea que los demás hagan/dejen de hacer o lo que nosotros no queremos/podemos seguir haciendo. Los puntos anteriores son una introducción a esta petición que debe ser directa y clara, sin andarse con rodeos. Cuando termine la conversación, si la otra persona olvidara casi todo el contenido de la misma, esto es lo que sí o sí debe recordar. Ejemplo: espero no volver a encontrarme los platos sin fregar cuando vuelva a casa del trabajo. Esto es algo que no puede volver a ocurrir.

 

REFORZAR: En ocasiones puede ser conveniente añadir por qué la petición que acabamos de comunicar es beneficiosa tanto para nosotros como para la otra persona (y si no lo fuera para la otra persona, quizás lo pueda ser para la relación entre ambos). En el caso de que estemos rechazando una petición, podemos agradecer al otro por su comprensión ante la negativa explicada. Ejemplo: el tema de las tareas de casa es importante para nosotros, ya que los únicos momentos en los que no estamos bien es cuando no nos ponemos de acuerdo en esto, podríamos estar mucho más tranquilos y a gusto si funcionara

En algunas circunstancias, especialmente cuando ya ha habido más de un diálogo y un consenso previos donde la otra persona no ha cumplido con su parte y parece que le da igual hacerlo o no, podemos potenciar nuestra comunicación con un refuerzo negativo (consecuencias negativas de no llevar a cabo la petición, es decir, fijar unos límites). Ejemplo: igual debemos plantearnos si somos compatibles para convivir juntos, si no es posible que te encargues de las responsabilidades que tú mismo te has comprometido a hacer

 

MANTENER LA POSICIÓN: En este punto es importante centrarnos en nuestros objetivos (lo que hemos comunicado) ante las diferentes argumentaciones que pueda tener la otra persona. Es posible incluso que esta persona nos ataque, ya que es bastante habitual reaccionar a la defensiva ante una propuesta de cambio, pues implica un mayor esfuerzo. Es fundamental esquivar los ataques y no enredarse en ellos: si nos desvían el foco de la conversación, perderemos la partida. Ejemplo: no sabía que te hubiera sentado tan mal que el otro día no te pudiera acercar en coche a cenar con tu familia, agradezco que me lo hayas contado y si quieres lo podemos hablar más adelante, pero ahora me gustaría solucionar primero el tema del fregadero

  • Para conseguir nuestros objetivos en este apartado conviene utilizar la técnica del disco rayado: repetir una y otra vez el discurso del apartado anterior, con otras palabras, siendo empáticos con los que nos dice la otra persona (“entiendo lo que me dices y cómo te sientes, pero…”) e incidiendo una y otra vez en el mismo mensaje (describo-expreso-comunico).

 

APARENTAR SEGURIDAD: Independientemente de la manera en que nos sintamos o las inseguridades que podamos tener es ese justo momento, es fundamental transmitir una imagen de seguridad al otro, ya que nuestro estado interno es algo que los demás muy pocas veces perciben. Conviene usar un tono sosegado y no caer en la trampa de los gritos (aunque la otra persona pierda la compostura) y mantenernos firmes, sin bajar la vista ni balbucear.

 

NEGOCIAR: En última instancia, si no hemos conseguido acercar posturas sobre la idea que pretendíamos transmitir, siempre es posible cambiar las tornas poniendo la pelota en el tejado del otro: describiendo la conversación y el que no se ha llegado a un consenso = tenemos un problema. Nosotros hemos intentado buscar una solución, ahora le toca a la otra persona ver qué propone él/ella para poderlo solucionar o qué hacer ambos conjuntamente.

Solo si nos conviene, podemos llegar a un acuerdo intermedio entre nuestra petición y la de los demás (siempre que sea justa y/o coherente). Ejemplo: si parece que para ti es complicado el encargarte de los platos por la mañana, podría hacerlo yo por la noche en lugar de hacer la cena y te pones tú en ello (en el ejemplo se reajustan las tareas sin cargar nosotros con más trabajo y siempre que lo consideremos un trato justo)

 

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Rafael Sánchez Barrero

Psicólogo

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